26 de septiembre de 2013

Capítulo 22



(Tú)— Con cuidado, mocosos: no hagan estupideces cuando lleguen —les dije a Bill y a Santiago.
    Santiago— No lo prometo —bromeó.

    Lo miro seria.

    (Tú)— Sigue de chistoso y ya verás —entrecierro mis ojos.

    Santiago tan solo rió y se adelantó, mientras que Bill solo veía nuestra pequeña discusión y sonreía. Finalmente llegaba la despedida. ¿Por qué no quiero que él se vaya?  Se colocó frente a mí me abrazó de la cintura, pude ver como Santiago estaba recargado del Volkswagen Beetle negro y sonreía burlón al vernos tan juntos y… zalameros.

    (Tú)— Voy a confiar en ustedes, ¿eh? —lo miro.
    Bill— No haremos nada malo —prometió—; te llamare cuando lleguemos.
    Santiago— ¡Vamos a ver mujeres desnudas! —exclamó a lo lejos.

    Una punzada creció en mi estómago. Juro por la vida que si Santiago y Bill hacían eso los mataba a ambos. “¿Estás celosa, (Tú)?”, me preguntó burlona mi subconsciente. Reacciono y olvido lo que dice Santiago.

    Bill— Obviamente no, (Tú): no te me pongas celosa —suelta una risita.
    (Tú)— Vale —suspiro y asiento—. Con cuidado y… ya sabes lo que tienes que hacer.
    Bill— Sí, no lo olvidaré.

    Me besa de manera tierna y al terminar muerdo su labio inferior. Maldita rutina. Sonreímos y lo suelto para que se pueda ir, me cruzo de brazos recargada del umbral de la puerta y veo como ambos entran al auto. Se despiden de mí y yo igual, el auto arranca y se van. Suspiro.

    (Tú)— Perfecto, ¿y ahora qué carajos hago? —bufé.

    Entro a la casa y enciendo la televisión. Nada interesante. La apago y me levanto para ver qué puedo hacer, voy a mi habitación y en mi calendario reviso fechas importantes: nada. Suena mi celular, rápidamente voy a contestar y me fijo que es Tom. Vaya momento para llamarme.

    Tom— ¿(Tú)? —dice.
    (Tú)— Habla, mocoso.
    Tom— Jennifer y yo estamos aburridos así que iremos a tu casa, ¿te parece? —pregunta.
    Alzo las cejas.

    (Tú)— Claro, está perfecto: yo también estoy aburrida —bufo—. Vénganse ya.
    Tom— Corriendo.

    Y colgó.
    De alguna forma u otra el tono de voz de Tom junto con el de Bill… tienen cierto parecido, no sé porque empecé a pensar en ello. Estás loca, mujer. Bien dicen que lo improvisado es mejor, y con Tom y Jennifer aquí sería bastante interesante. Tal vez hubiera sido mejor si Bill estuviera aquí: así conocería a Tom y a Jennifer…, bueno, ni modo.
    En lo que me cambié de ropa, fui al baño y fui a acomodar ciertas cosas en mi cuarto —que fueron menos de 15 minutos— Tom y Jennifer ya estaban tocando la puerta de mi casa. No tenía idea de donde viviera Tom, o en todo caso ambos, pero llegaron muy rápido. Seguro ya lo tenían planeado. Fui a abrir y me los encontré con la caja de un juego de Jenga, los invité a que entraran y comenzamos a platicar.

    (Tú)— ¿Jenga? Wow —alzo mis cejas.
    Jennifer— Tom es fan de este juego —se encoje de hombros.
    Tom— A nadie le hace daño jugar con el rey del Jenga —sonrió orgulloso—, o sea yo.
    (Tú)— Claro, sigue soñado —frunzo el ceño.

    Miré el reloj y aproximadamente eran las 7.39 pm.

    Jennifer— Tom insistió mucho en que viniéramos, no sé por qué —lo mira seria.
    Tom— Eh, bueno: estábamos aburridos —sonríe forzadamente— y… pensé en que viniéramos a verte.

    Frunzo el ceño. Algo ocultaban estos tipos, pero no iba a preguntárselos.

    (Tú)— De acuerdo… Como sea, ¿quieren cenar algo y después jugamos Jenga o… qué? Como quieran ustedes —sonrío de lado.
    Jennifer— Espero no te molestemos con la cena —dijo tímidamente.
    (Tú)— No, como crees. Vengan: ustedes díganme que hacer. La verdad estoy muy seca de mi cerebro como para pensar en algo.
    Tom— Sopa de macarrón —dijo.
    Jennifer— Eso requiere mucho tiempo —dice.
    Tom— ¿Tacos?
    (Tú)— Los tacos están perfectos —sonrío.

* * *

Acabados los tacos Tom, Jennifer y yo nos sentamos en el suelo de la ‘sala’ y ahí cenamos esos deliciosos tacos mexicanos junto con algo de cerveza. Bueno, Tom y Jennifer escogieron cerveza y yo una enorme lata de Té Arizona sabor mango.
    En todo el rato que estuvimos cenando Jennifer nunca paró de mirar a Tom, como si este fuera a decirme algo de importancia, mientras que el otro hacía caso omiso de las fuertes miradas de la novia. Comenzaban a desesperarme: que ya me lo dijeran. Como siempre: odiaba el silencio.
Di un sorbo a mi Té Arizona y fue cuando Jennifer decidió romper el enorme silencio que había entre los tres.

    Jennifer— (Tú), Tom quiere preguntarte algo —espetó.
    (Tú)— Ya era hora de que dijeran algo: el silencio me estaba matando —bufé, quitándome pequeños rastros de lechuga de la comisura de la boca.
    Tom— No es cierto, mocosa —sonríe.
    Jennifer— ¿Le preguntas tú o lo hago yo? —dice seria.

    Miro a ambos como si una pelota de tenis rebotara en los extremos de una cancha. Es algo serio entonces.

    (Tú)— Díganlo quien sea —ruedo los ojos.
    Jennifer— Tom quería preguntarte si e…

    Tom la detiene, suspira y me mira.

    Tom— (Tú)… Mmm… —mira a Jennifer y luego a mí— ¿Es verdad que golpearon a Bill Kaulitz? —hace una mueca de preocupación.

    Dejo la mitad de mi taco en el plato y suspiro: él sabía que de algún modo u otro tenía una conexión con él, pero ¿por qué tanto interés?

    (Tú)— Eres la primera persona que me lo pregunta —me encojo de hombros—, ¿de verdad quieres saberlo?
    Tom— Claro que sí.
    (Tú)— Bueno, pues sí: es cierto. Fue hace como… casi dos semanas —lo miro y su mandíbula está tensa. Creo que lo entiendo: cualquiera quedaría en shock al ver que un gran empresario fue golpeado—. Con la condición de que no le dirás a nadie te contaré el resto.
    Tom— Jennifer y yo lo prometemos —dijo intrigado.
    (Tú)— Fueron algunos tipillos de los barrios bajos que lo golpearon, la policía sigue buscándolos; despojaron a Bill de todas sus pertenencias, en fin. Me avisaron ese día en la tarde que estaba en el hospital, fui a verlo y bueno: muy mal quedó. Afortunadamente ya está bien y… eso es todo —sonrío—: al parecer todo mundo tiene esa duda.
    Jennifer— Si, todos —mira a Tom.
    Tom— ¿Algo más? —inquirió.

    Guardo silencio.

    (Tú)— Bill… es mi novio —murmuré.

    Jennifer dejó caer su mandíbula hacia abajo y Tom abrió sus ojos como platos. Sí, sí: ahora 5 personas saben eso.

    Tom— ¿Es tu novio? —exclamó— Dios… no puedo creerlo.
    Jennifer— Es increíble —susurró—, ¿y cuándo fue eso?
    (Tú)— Tiene… días —asiento—, pero no puedo decirles más. Lo siento.
    Tom— Oh, vamos, (Tú) —gimió.
    (Tú)— Lo siento: no puedo andar por ahí contándole a cada quien mi vida personal —frunzo el ceño.

    Tom iba a decir algo pero Jennifer tocó su mano y negó con la cabeza.

    Tom— De acuerdo, pero ¿él estaba bien?

    Tuve que morderme la lengua para no decirle: “sí, está bien, aquí en mi casa”.

    (Tú)— Perfectamente bien —sonrío de lado y sigo comiendo mi taco—, no se preocupen tanto —suelto una risita.
    Tom— La noticia es impactante —dijo tranquilo.

    Jennifer se levantó sin razón, tomó a Tom de la mano y dijo:

    Jennifer— ¿Nos permites un momento, (Tú)? —dijo con una sonrisa.
    (Tú)— Claro, tómense su tiempo —asentí.

    Ambos salieron afuera y cerraron la puerta mientras yo terminaba de cenar y tomar el té. Uy, una pelea seguramente. No se escuchaba nada acá adentro más que el silencio, pero hubo un momento en el que escuché decir a Jennifer: “estabas decidido en decirle la noticia, pero ¿ahora se te hace chiquita?”. Abrí los ojos como platos y luego reaccioné: ¿y sí Jennifer estaba emocionada porque Tom  me dijera que iban a ser papás? Seguro lo de Bill no era lo que quería preguntarme y los nervios le ganaron. Sí, lo conozco. Este tipo cambió demasiado: antes solo quería vivir la vida loca y no saber nada de relaciones formales ni llantos o pañales. He aprendido algo hoy: las personas pueden cambiar.
    Unos veinte minutos más tarde tocaron la puerta, abrí y ahí estaban ellos completamente normales, sonrieron y entraron. Bueno, creo que las cosas ya se han enfriado un poco.

    (Tú)— Espero que ya estén de ánimos para jugar algo de Jenga —sonrío.
    Tom— Pufs, claro que sí, perdedoras —dice.
    Jennifer— Quisieras.

    Primero quitamos todos los trastos de la mesa  y los lavé rápidamente, luego limpiamos la mesa de centro y ahí Tom acomodó las piezas del Jenga; una torre de color beige estaba rodeada por nosotros mientras decidíamos quien comenzaría primero. Al final empezaría con la primera pieza Jennifer, luego Tom y al final yo.
    Con una precisión Jennifer quitó una pieza casi del medio y la acomodó hasta arriba, luego Tom quitó una pieza de hasta arriba y la acomodó y así sucesivamente.
    La torre estaba a punto de caerse, pues de hasta abajo apenas y quedaban unas cuantas piezas. Era el turno de Tom, y con mucho cuidado fue sacando una mientras Jennifer y yo lo presionábamos.

    (Tú)— ¡Ay, Dios! ¡Se te cae, Tom! —exclamé burlona.
    Tom— Guarden silencio —espetó.
    Jennifer— ¡Cuidado, Tom! —ríe.

    Con suerte saca la pieza, la pone hasta arriba y aplaude victorioso pero en ese momento la torre cayó repentinamente. Todos nos quedamos sorprendidos y guardamos silencio un momento para luego reír a carcajadas.

    Tom— Torre puta —bufó.
    (Tú)— Al parecer no eres el rey del Jenga —reí.
    Tom— Fue una coincidencia que la torre cayera —dijo.
    Jennifer— El Jenga no es tu fuerte.

    Ella y yo seguimos riendo ante la derrota de Tom, lo que a él no le pareció gracioso: Tom odia perder. Entre tanta risa escuché mi celular que sonaba desde mi habitación,  fui por él y al ver el número de Santiago me asusté un poco, me calmé y contesté.

    (Tú)— ¿Perro? —dije seria.

    Solo escuché un sonido de risas y luego entendí que no era Santiago sino Bill. Sonreí como tonta pero la sonrisa se me borró al ver a Tom y a Jennifer acercarse a mí queriendo saber si pasaba algo malo.

    (Tú)— Hola, abuela —dije sonriente. Tapo la bocina del celular y les digo a los otros—: hoy toca la llamada de la abuela —guiño mi ojo.
    Tom— Esa abuela —sonríe y se va junto con Jennifer.

    Salgo de la habitación y me siento en el suelo para así ver si Tom quiere espiarme.

    Bill— ¿Yo, abuela? —dijo.
    (Tú)— No te metas con mi abuela —murmuro. Luego río—, ¿qué pasó?
    Bill— Mmm, ya hice todo lo que me dijiste —dijo— y… Santiago no deja de molestarme por lo cursi que nos vimos hace rato —noto qué sonríe.

    Río y miro al pasillo para verificar que Tom no se acerque. Por alguna razón no quería que me escuchara hablar con Bill, o siquiera que no supiera que le había mentido.

    Bill— ¿Qué haces, cariño?
    Santiago— ¡Oh, no! —intervino con un gemido— No empiecen, por favor: van a comenzar a asquearme —se lamentó.
    Bill— Lárgate entonces —bufó.

    Reí una vez más al escuchar lo que decía Santiago mientras se iba; supongo que Bill y Santiago pasarían a ser ya hermanos.
    Una vez ido Santiago me calmé y Bill suspiró largamente.

    Bill— Bueno, siguiendo con nuestra plática… ¿qué haces? —preguntó curioso.
    (Tú)— Justo después de que te fuiste vinieron unos amigos; bueno, un amigo con su novia pero ella y yo nos llevamos de maravilla. Cenamos y luego jugamos un poco de Jenga —sonrío.
    Bill— Wow, que interesante. ¿Te digo algo bueno hasta ahora?
    (Tú)—Sí.
    Bill— Santiago cocina genial —dijo.
    (Tú)— ¿Verdad que sí? Es muy bueno.

    Vuelvo a dar otra mirada al pasillo. Nada.

    Bill— Bueno, cariño, te dejo: nos vemos mañana.
    (Tú)— Mmm, de acuerdo —dije algo confundida. ¿Eso era todo? Ok, que raro era esto. No quería que colgara tan pronto: tenía que contarme lo que estaba haciendo él—. Que descanses.
    Bill— Igual. Te quiero mucho.
    (Tú)— Yo igual.
    Bill— Adiós.
    (Tú)— Adiós.

    Colgamos casi al mismo tiempo, fui a dejar mi celular a mi habitación y luego regresé a donde los chicos.

    Tom— ¿Llamada semanal? —preguntó sonriente.
    (Tú)— Sí —asentí esbozando una enorme sonrisa.
    Jennifer— Al parecer te puso muy contenta la llamada —dijo divertida.

    Alzo mis cejas.
No me había dado cuenta de eso.

    (Tú)— ¿De verdad? ¿Lo doy a notar mucho? —fruncí el ceño.
    Jennifer— Sí, mucho —asintió.
    (Tú)— Oh… Interesante.







Espero les haya gustado el primer oneshoot (Ella se va de casa). Gracias por leer.

4 comentarios:

  1. ME ENCANTO Y ESTO CADA VEZ SE PONE MEJOR UN BESO

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  2. mas que genial me encanto mucho me causo riza de Tom "el rey del jenga" jajajaj
    me despido cuidate mucho bye besos y abrazos

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  3. Awww Dios, me encanta.
    Ya quiero leer lo que sigue
    sube pronto
    Cuídate mucho bye

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  4. me encanto
    fué muy gracioso todo ese Tom y su ego no cambia nada mi cuñando xD
    bye cte:)

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Gracias por comentar(: