8 de julio de 2013

Capítulo 4



•Narra (Tú):

Una semana. Una semana ha pasado ya después de ese día. Jamás había visto a una persona tan deprimida, y menos que fuera un hombre. Caray. Bill Kaulitz había perdido a su esposa llamada Frances de forma trágica. ¿Qué? Rápidamente lo deduje por la forma en cómo actuó ese día. Estaba sumamente demacrado el noble caballero de la época medieval. ¡Demonios! Se supone que es joven y que debería superar la muerte de su esposa para vivir de una forma mejor. Bueno, puede que tenga un poco de razón: a él se le nota que nadie le ha apoyado. Frío con la gente. Con razón no le agradé del todo. Todavía ha de haber algo más.
    Tomo la orden número 112 y camino hacia la mesa. Este tema de Bill Kaulitz no dejó de sorprenderme y preocuparme hasta entonces. Pobre tipo: nadie le ayudó en esto. ¿Tendrá a sus familiares cerca? Ok, basta. Tengo que dejar ese tema por las buenas.
Dejó las comidas y bebidas en la mesa. Otro día, otra moneda, querida (Tú). Al terminar de colocar todo regreso a la cocina. Hoy era mi último día en este restaurante. Debía buscar otro empleo. No es que este fuera un mal trabajo, pero era ya algo cansado hacer lo mismo. Ya he visto varias ofertas en periódicos y en diversos locales cercanos a este restaurante. Boutiques, tiendas departamentales, farmacias: de todo un poco. Necesito un poco más de dinero para poder irme de vacaciones por una semana a (Tu país): quiero ver ya a mi abuela, a mis tíos y todos mis molestos primos.
    Llego a la cocina, dejo la bandeja en una pila que se encuentra casi junto a la puerta y me siento junto a Santiago, que luce aburridísimo. Sí, típico de él. Al verme se gira y comenzamos a platicar; justo me habló de ese tema… Ya sabes a cuál me refiero. Y yo que no quería recordarlo.

    Santiago— Y bueno, ¿qué crees que sea de Bill? —me preguntó, mientras se recargaba del taburete con su codo derecho.
    (Tú)— No sé: posiblemente mandó por un tubo todo lo que le dije y sigue en estado de depresión –me encogí de hombros.
    Santiago— Jamás lo pensé de un tipo como él —murmuró.
    (Tú)— ¿Por qué? —fruncí el ceño.
    Santiago— Cuando me dijiste su nombre se me hizo muy conocido, me robé un momento el wi-fii del restaurante y busqué su nombre en Google —susurró acercándose a mí—. Es un famoso empresario por tener una gran cantidad de cadenas hoteleras en gran parte de Europa, Norteamérica y una porción de Latinoamérica —dijo.

    Abro mis ojos como platos. No puede ser. ¿Estuve lidiando con un tipo riquillo y famoso? Me tapo la boca con mis manos. Válgame, esto sí que era una noticia. Con más razón me imagino que Kaulitz está peor de lo que esperaba. ¿Todos lo buscarían por su dinero para fingir que estaban preocupados por él? Vaya: pobre.

    (Tú)— Júramelo —susurré.
    Santiago— Te lo juro —asintió.
    (Tú)— Dios, lidié con un tipo guapo y famoso —susurré sorprendida.

    Santiago frunció el ceño.

    Santiago— ¿Guapo? —suelta una risita— No me digas que te gustó —sonrió.
    (Tú)— ¿Eh? ¡Claro que no! —dije sonriente— Pero admito que es guapo.
    Santiago— Uy, loquilla: admite mejor que te gustó —rió.

    Niego con la cabeza. La verdad es que Bill no me gustaba, para nada. Nada. En serio. Sí, Bill es guapo pero no me gustaría pensar que algún día pudiera gustarme. ¡Ja! Wow, que cosas dice Santiago. Bill y yo somos tan diferentes. Además, sería muy difícil que él olvidara a su esposa Frances: es como tirarle peras al olmo. ¿Me entendiste? Que nunca lo lograría. Sí, yo y mis frases: las saqué de mi abuela. Y muchas de las que me ha enseñado tienen toda la razón.
    Nos llama Alex y enseguida nos ponemos a trabajar. Otro día, otra moneda. Ok, basta (Tú): terminas con una cosa y sales con tus ñoñerías.

* * *

    Renuncié. Sí, renuncié al lugar donde estuve trabajando casi 3 años. ¡Woow! Pero como pasa el tiempo. Ahora, (Tú): a comenzar a buscar otro trabajo. No me quejo de este, pero bueno, como ya lo dije: me aburría a veces estar haciendo siempre lo mismo, y claro, estar soportando malos comentarios de la gente y de los chamaquitos de 17 años que se sienten la gran cosa.
Suspiro. Creo que ya estoy como Bob Esponja en donde canta su canción para el Crustáceo Cascarudo. Jajaja. Ay, que ñoña soy. A veces me doy miedo.
    Miro mi dinero ganado en los tres años: son 10 OOO dólares. Ya sé que con eso puedo irme, pero también debo ahorrar para diversas cosas de mi casa: muebles, una nueva estufa…, y para otras cosas si se llegan a presentar. Sonrío emocionada y salgo del despacho de mi ex jefe, no sin antes despedirme de él y cuanta cosa. Al salir me encuentro con Santiago que está muy sonriente. Ya se imaginó todo. Corro hacia él y lo abrazo fuertemente.

    Santiago— Te voy a extrañar, bitch —dijo.
    (Tú)— Y yo a ti, perro —sonreí emocionada.

    Nos soltamos. Esta vez habíamos salido temprano, pues era sábado y el restaurante cerraba a las 5:00 pm. Tu último sábado de trabajo, (Tú). Casi lloré cuando salí del restaurante.
El día estaba perfecto: atardecer típico de Nueva York, personas de aquí para allá, niños jugando en el parque estaba cerca del restaurante, etcétera. Todo muy bien. Esta vez Santiago solo me dejaría a una cuadra de mi casa, pues tuvo una urgencia con su sobrina. La niña se llama Jennifer y tiene 7 años. Padece asma. Pobre niña: me cae bien, aunque a veces ella no me reconozca cuando voy a visitarle. Es un encanto, pero no cuando está enojada. ¡Mejor aléjense de ella! Jajaja.
    Comenzamos a caminar tranquilamente Santiago y yo como cualquier otro día en donde mi padre me va a dejar a mi casa. Clásico. Platicamos de un nuevo tema: la economía de Grecia se está arrastrando a países como Italia, España y otros países europeos. Nunca pensé que Grecia estuviera tan acabado en estos días. Me sorprende. ¿Qué? Yo veo noticias en el día. Te cultiva más.
Luego salimos con el tema de música típica de Latinoamérica: salió la salsa, la bachata, la lambada y una cosa fea llamada “reggaeton”. A mí me gustaba bailar antes la salsa y un poco la bachata, pero ahora se me ha olvidado como se hacía y aparte ahora bailo un poco más lo electro o lo que sea, pero en inglés. A veces bailo canciones de rock pesado. Jaja. Sí, es raro pero lo hago.

    (Tú)— No, Santiago, por favor: no me digas eso —dije, negando con la cabeza.
    Santiago— ¿Qué? Puede ser interesante —sonrió él—: ya te imagino bailando salsa —suelta una risotada.
    (Tú)— Que chistosito, eh, señor Care —pongo los ojos en blanco.
    Santiago— Lo sé —dice, con aire de grandeza—: es algo de familia.
    (Tú)— Lo imaginé.

    Unos minutos más tarde llegamos a nuestro destino: mi barrio. Bueno, el barrio en donde vivo. Me despedí de Santiago como siempre y él espero —como novio posesivo o padre posesivo— a que entrara a mi casa. Cuando llegué me tiré a mi sofá, aventé mi mochila al suelo y cerré mis ojos un momento. Frunzo el ceño. Aquí huele algo raro… Me levanto extrañada. En un momento llegué a pensar lo peor: alguien estuvo aquí. Pero no, no puede ser: ya me hubieran avisado o yo que sé. Vuelvo a acercarme a la zona del olor. Inhalo. Ohh, ya, ya veo. Bill Kaulitz. Ese maldito había dejado su olor en mi sofá. Qué asco. Tendré que lavarlo.
No, no es cierto. Aunque huele bien, bastante bien. Jamás había olido un aroma así de varonil y agradable. Me gusta.

    (Tú)— Tenías que ser tú, Kaulitz —niego con la cabeza—. Tendré que lavarlo mañana a temprana hora —suspiré.

    Tomé mi mochila y la dejé en mi cuarto, no sin antes guardar mi dinero en una caja de madera donde guardaba todos mis ahorros. Después decidí en darme un baño bien caliente; tomé mi pijama y me metí en seguida al baño. Prendí el estéreo que se encontraba junto a la puerta del baño y esta le deje entreabierta. ‘It’s my life’ de Bon Jovi comenzó a sonar. Sí, de ese tipo de canciones me gustaba. ¿Te gusta a ti Bon Jovi? Si es así: te felicito. Bon Jovi es una buena banda, pero Jon Bon Jovi es todo un símbolo sexual: es tan guapo. Jajaja vale, dejaré de hablar de la sensualidad de Jon Bon Jovi.
    En lo que me baño pasan infinidad de canciones en inglés: desde el rock pesado hasta lo electrónico.  Cantaba y cantaba todas y cada una de ellas. Cuando terminé de bañarme y arreglarme miré la hora en mi pobre celular Nokia 303 color negro (que en realidad era gris oscuro, pero yo siempre lo he visto negro): 6:42 pm. Vaya, el tiempo ya también se pasa rápido. Debo cambiar algunas cosas en mi cuarto, tirar la basura de toda esta semana, en fin. Muchas actividades para matar el tiempo hasta que cene. Me hago una coleta medio floja y subo el volumen más al estéreo: ‘Rumor Has It’ de Adele estaba sonando ahora.
    Fui a la cocina por agua fría cuando sonó el timbre de mi puerta. Al principio no supe si fue el timbre o no, fui a mi cuarto para bajar un poco el volumen de la canción y fui a abrir. Grata fue sorpresa al ver la visita.
Se me aventó de manera increíble y estampó su boca contra la mía. Me dolió bastante, pero la sorpresa fue más grande. Forcejeé pero fue inútil. No, joder: no quería utilizar mí fuerza. A la mierda con que lo conozcas, ¡golpéalo, (Tú)!
    Y por inercia hice un movimiento rápido.
    Bendito seas, aikido.








Bueno, chicas: gracias por leer esta historia. Y bienvenidas a las nuevas lectoras, por ahí conozco a algunas (hola, Michelle! *-*/) en fin. Sé que los capítulos están cortos, pero ya pronto los haré más largo, ¿sí? xD

5 comentarios:

  1. Me gusto mucho, gran potencial como escritora,
    gracias por tu comentario lo aplicare a mi blogg! Cuidate mucho

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  2. awww quien sera o por dios pobre (tn) espero que lo made al suelo con el golpe jajaj ok estoy un poco loca en fin bueno me despido cuidate mucho bye

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  3. hallooooo perdon por aparecer recien ahora es que mi computardora no andaba
    me encanttaaa la nueva fic
    espero saber masss ah y ya subi el cap de mi fic por si qieres lleer
    espero el prox bye cte:)

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  4. ¿quien es ?y pobrecito espero que subas pronto un beso

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  5. Me dejas intrigada ¿Quién es?
    No estaré tranquila hasta leer lo próximo xD
    Sube pronto
    Cuídate bye.

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Gracias por comentar(: