8 de agosto de 2013

Capítulo 12



Uno de tus tantos encuentros fue con una chica… o con 3 chicas más bien. Saliste de trabajar del restaurante una hora más tarde que de costumbre, Santiago tuvo una urgencia y ya no pudo acompañarte hasta tu casa como solía hacerlo así que tu sola te fuiste a tu casa. Ya estaba un poco oscuro, pero no te daba miedo: sabías que cerca de las 7 en adelante salían todos los posibles amigos de Tom o no amigos; ya estabas por llegar a tu casa, y para ese entonces no usabas mucho la bicicleta pues era solo para distancias más largas, entonces te topaste con Emma… o más conocida como ‘Katt’. Era una chica alta, cabello rojizo y lacio, complexión delgada y muy, pero muy fuerte. Le caías mal y te caía mal: era un sentimiento de desagrado mutuo. Katt no estaba sola, dos chicas la acompañaban: ‘Niss’ y ‘Vtech’. Era una situación poco incómoda, ya que tenias a 3 chicas deseosas de querer matarte a golpes por el simple hecho de ser la “preferida” por Tom en muy poco tiempo sin ser una más en su lista —con las que tuvo… sexo— o sin ser una de su grupo.
    Viste a las tres chicas una y otra vez.  En un momento llegaste a sentir un pavor enorme: no cualquiera se topa con 3 enemistades listas para golpearte. Katt sonrío y comenzó a rodearte, como hiena.

    (Tú)— ¿Y ahora qué? —dije con desinterés.
    Katt— Nada —sonrío irónicamente—: es una gran coincidencia que nos topáramos contigo —dijo.

    Mirabas cada uno de sus movimientos, estabas muy interesada en lo que haría pero a decir verdad no querías pelear: aún había niños por ahí y gente de la tercera edad. Formar un espectáculo aquí no era muy apropiado.
Niss y Vtech dieron dos pasos hacia el frente. Tu postura se puso rígida: había llegado la hora. Y Tom no estaría ahí para detener el encuentro.

    Katt— Después de tanto tiempo… ni siquiera Tom podrá protegerte —dijo.
    (Tú)— ¿Ah, sí? Wow —dije tranquila.

    Ahora las tres ya te tenían rodeada. ¿Por quién empezarías? Giraste para verlas a todas: no traían ningún tipo de arma, ya sea pistola o navaja —como solían hacerlo—. Tal vez era una de esas peleas limpias.

    (Tú)— ¿No creen que estamos en un lugar público? —espeté.
    Niss— ¿Quieres que te llevemos a un callejón hasta matarte? —rió.
    (Tú)— ¿Por qué no lo intentas? —dije retadora.

    Niss se calló repentinamente y se acercó más a ti, pero ella no sería la que iniciaría con los golpes: Katt debía empezar. De todas, ella era la que más te odiaba. Te ajustaste tu mochila, empujaste a Vtech con todas tus fuerzas y saliste corriendo hacia la derecha, en donde Katt, Niss y Vtech te seguirían. ¿La parada? Un parque que a esas horas ya estaba totalmente desierto.
    Escuchaste a las 3 chicas diciendo miles de cosas, tú en cambio ibas cada vez más rápido. Sentías la adrenalina corriendo por tus venas; corriste más rápido, llegaste al parque y como pudiste colgaste tu mochila en un pasamano ya viejo. Te detuviste en seco, girándote hacia las 3 chicas que estaban totalmente exhaustas: sus respiraciones se encontraban agitadas. No pudiste evitar sonreír al verlas así.
    Katt fuera la primera en comenzar todo: se te aventó, lazándote un puñetazo pero lo bloqueaste con tu brazo izquierdo, la tiraste con tu pie derecho y ella cayó; Vtech se lanzó hacia ti y también lograste tirarla, bloqueándola con tu brazo derecho e impulsándola hacia arriba. Niss te tomó de la blusa y te tiró, te levantaste luego y con tu mano totalmente estirada —conocida también como ‘mano de cuchillo— se la lanzaste hacia el estómago, lo que hizo que cayera.

    (Tú)— Pensé que Tom les había dicho que yo sabía aikido —dije medio preocupada—: las dejé ahí tiradas —muerdo mi labio inferior—. Y yo pensando en que traerían consigo una navaja o una pistola… Mmm.
    Katt— Eres una puta desgraciada: el hecho de que Tom te quiere como su preferida no significa que ya eres nuestra jefa. Maldita presumida —murmuró rabiada.
    (Tú)— Oh, no: ya no sigas —dije, fingiendo tristeza—, tus palabras duelen.
    Niss— ¿Cómo coños conseguiste hacer eso? —inquirió.
    (Tú)— No preguntas. Son secretos de familia; y cuidado con quien tratan: Tom y yo no somos nada. Él me mando a la fregada cuando le dije que me gustaba —dije divertida—… Así que… cuidado: para la otra podrían amanecer confundidas en un parque como este... o en donde nos encontremos.

    Entonces Katt se arrastró hacia ti como pudo, te tomó del tobillo y te tiró. No quería hacerlo, pero ella te forzó. Te levantaste para luego colocarte sobre ella, la pusiste boca abajo y apretaste con toda tu fuerza su vena principal del brazo. Katt cayó totalmente desmayada. Niss y Vtech vieron todo asombradas.

    (Tú)— Se los dije —me encojo de hombros.
    Vtech— ¡Eres una asesina! —gritó— ¡Mataste a Katt!

    Te levantaste y las miraste a las tres. No hiciste nada malo.

    (Tú)— Solo va a despertar confundida. Cuidado.

    Fuiste por tu mochila y tomaste el camino hacia tu casa, donde dejaste a Katt, Niss y Vtech totalmente noqueadas. Justo cerca de ahí viste a Tom mirando todo.
    Justo como ahorita: él estaba esperándote, sentando en la acera frente a tu casa.

    (Tú)— ¿Tom?

    Frenaste en seco cuando llegaste a tu casa. Tom lucía tranquilo y… muy guapo aún. Bajaste de tu bicicleta y lo miraste seriamente por varios minutos, él se levantó y se acercó a ti. Retrocediste dos pasos. ¿Y a qué vino este tipo?, pensaste.

    (Tú)— ¿A qué viniste, Eastin? —dije fríamente.
    Tom— A hablar…

    Suspiraste algo impaciente. Santiago ya estaba por llegar.

    Tom— Mira, independientemente de lo que pasó la otra vez —suspira—: lo siento y… quiero hacer las paces. Ya sabes que pedir disculpas no es lo mío, pero… esa vez no sé que me pasó y dije idioteces —niega con la cabeza.
    (Tú)— Sí, ok. ¿Entonces? —miro hacia ambos lados de la calle.
    Tom— ¿Me perdonas o no? —dijo algo exasperado.
    (Tú)— ¿No vuelves a decir estupideces?
    Tom— Seguro —asintió.
    (Tú)— ¿Y si lo haces puedo hacer que quedes inconsciente durante 1 día entero como venganza? —sonrío emocionada.
    Tom— Sí, ya… ¿Eh? Espera, ¿qué? ¿Qué quede inconsciente? —niega con la cabeza nuevamente— No, gracias. No quiero quedar como Katt esa vez —dijo, estremeciéndose un poco.

    Sonreíste nuevamente. Obviamente no harías que Tom quedara inconsciente, pues tomar ‘venganza’ no era lo tuyo.

    (Tú)— Entonces sí te perdono —dije.
    Tom— Oh, ¡uf! Qué bien —dice aliviado—… la verdad es que no me sentí bien después de mi actitud entonces…, tú sabes: “remordimiento” —dibuja las comillas con sus dedos—. En fin, ¿de dónde vienes? —preguntó.
    (Tú)— Vengo de dar un paseo, ¿y tú qué? ¿Sólo vienes a dejar caer tu ego y pedir perdón? —suelto una risita.
    Tom— Aparte de esas dos cosas, quería decirte si alguna vez quisiera venir a comer con mi novia y conmigo: Jennifer tiene muchas ganas de conocerte; practica algo de capoeira y es buena —dijo orgulloso.
    (Tú)— ¿Asiste a una escuela o practica capoeira callejera? —le pregunté interesada.
    Tom— Callejera —contestó.
    (Tú)— Es interesante: es el arte marcial brasileño más “tranquilo” que conozco.
    Tom— Entonces ustedes dos se llevarán de maravilla —sonrió—. Bueno, ¿y cuándo sería eso?
    (Tú)— Tú solo llámame y listo: ahorita estaré sin trabajo por un tiempecillo.

    Ambos comenzaron a platicar de su próxima ‘cita’. Por fin ya habían vuelto a ser los chicos normales; tan interesante estuvo su plática que hasta se sentaron en la acera para aclarar algunos detalles. Tom te contó lo que pasó después de que mandó a la ‘friendzone’: viajó a Brasil y ahí se estuvo un tiempo, conoció a Jennifer y tiempo después se hicieron novios. Fue toda una casualidad que se encontraran ustedes dos esa vez, cuando viste en el periódico el rumor de que Bill Kaulitz y tú... andaban. Él asegura que solo venía de “vacaciones” y que ahora volvió a enamorarse de Nueva York, cosa en la que tú estuviste de acuerdo.
    Poco rato después llegó Santiago con una mochila, pero no muy contento: al ver a Tom se puso tenso y raro. Santiago no sabía quién era Tom, nunca se lo contaste: las cosas vergonzosas y poco felices llegas a decírselas —excepto tu trauma—. La verdad es que no tenías ni idea de por qué su comportamiento: parecía que le recordaba a alguien; y Tom ni en cuenta: al parecer él también estaba confundido.

    (Tú)— Santiago, él es… Alexander Eastin; Alex, él es mi mejor amigo Santiago —sonrío forzadamente.
    Santiago— ¿Qué tal? —dijo serio.

    Ambos chocaron sus manos —como típico saludo de chicos— y mantuvieron su distancia. Bueno, al menos Santiago no se lanzaría hacia Tom.

    Tom— Un… gusto —dijo él con recelo—. ¿Te conozco? —le preguntó a Santiago.
    Santiago— No, no creo. ¿Yo a ti?
    Tom— Lo dudo —dijo—. Bueno, yo solo venía a hablar con (Tú) y ya lo hice; me tengo que ir: Jennifer me está esperando —dijo emocionado—. Adiós (Tú), adiós Santiago —frunce el ceño.
    (Tú)— Ok, me llamas para ver cuándo quedamos ¿eh? —lo miraste.
    Tom— Seguro —alza su pulgar derecho—. Adiós.

    Tom se fue y lo miraste. ¿Cómo rayos puede seguir siendo tan guapo?, pensaste. Luego Santiago te ayudó con tu bicicleta; estaba muy pensativo lo cual te extrañó mucho. Entraron a tu casa y todo cambió, Santiago tenía otra cara.

    (Tú)— Bueno, que comience nuestro día de diversión —doy pequeños saltos de emoción.
    Santiago— La verdad no tenía ni idea de que películas traer, pero tengo éstas —saca 3 películas—: una es de comedia y las otras de “terror” —dijo.
    (Tú)— Genial. ¿Cenamos o de plano hago palomitas? —lo miré.
    Santiago— Traje dos increíbles, grandiosas y apetitosas hamburguesas —hace una mueca de tristeza.
    (Tú)— Ok, hamburguesa entonces. Veamos primero esa de terror llamada ‘El Espinazo del Diablo’ —la señalo.

* * *

Miraste el reloj: eran las 10.30 pm. Todo estaba completamente apagado en tu casa a excepción de la televisión; Santiago y tú comían tranquilamente de un tazón enorme con palomitas de maíz mientras seguían mirando la película ‘El Espinazo del Diablo’, que aún no podían terminar de ver por varias interrupciones —llamadas a Santiago, tus idas al baño, vecinos tocando tu puerta, etcétera—. La trama de la película era bastante interesante y en una que otra ocasión daba miedo.
    En la película, un niño en pijama corría en un pasillo totalmente aterrado y como estaba lejos para regresar a su habitación se encerró en la primera puerta abierta que encontró. No tenía idea de en donde se había metido. Espero a que un misterioso niño le siguiera y nada: solo había silencio. Miró por el picaporte de la puerta y de sorpresa apareció la mirada putrefacta del niño.
    Gritaste.

    (Tú)— ¡Ay, no mam…! ¡Joder! Pero qué rayos —dije.
    Santiago— ‘Che niñito, no manches —murmuró.

    La película siguió y más pausas también. La verdad es que la película estaba muy interesante (y si tú no la has visto, córrele: te estás tardando. Es muy buena) y te intrigaba más. Lo que más te impactó fue el final: inesperado y medio triste a la vez pero también escalofriante.
Terminó la película y Santiago y tú se debatieron en qué segunda película ver: ‘Scary Movie 4’ o ‘La casa del demonio’.

    (Tú)— Pues la del demonio se ve interesante. ¿Ya la viste? —le pregunté.
    Santiago— No, era de mi hermano y no sé… Bueno, veámosla, a ver qué tal —sonríe.
    (Tú)— Voy por más palomitas: tanto fueron mis nervios con la primera que acabé con todas.
    Santiago— Ay sí: ‘che niñito. No me esperé eso —suspiró.
    (Tú)— Ni yo.

    Encendiste las luces, fuiste a la cocina y preparaste más palomitas de maíz. A lo lejos pudiste escuchar una gran fiesta, seguramente de los barrios alejados de donde tú vivías: suelen hacerlo los viernes. Al final en esas fiestas todo termina mal: peleas por todos lados, uno que otro disparo al aire, borrachos sueltos por doquier, en fin. No es una fiesta a la que cualquiera le gustaría asistir.
    Santiago aprovechó para ir al baño por cuarta vez. Tú terminaste con las palomitas,  regresaste a tu lugar y esperaste a Santiago. No tardó mucho. Colocó la película, tú apagaste las luces y empezaron con la segunda ronda de películas.

    (Tú)— Me gustó la portada de la película —digo tranquila.

    Santiago te miró.

    (Tú)— Fueron muy buenos para elegir la sangre falsa: es un demonio muy bien elaborado —digo.
Santiago— Ah, ok —frunce el ceño—… Que sanguinaria eres (Tú).
    (Tú)— Ya sanguinaria —río levemente.

    La película comenzó normal; no hubo más pausas así que terminaría de ver la película bien. El sueño comenzaba a ganarte pero hiciste lo posible por no dormirte; Santiago solo criticaba a las chicas que aparecían en la televisión.

    (Tú)— Ah que loquillas: hay gore en la película.

    Eras fanática del gore, te gustaba mucho (si no sabes que el gore, búscalo en Google. No apto para sensibles) aunque una que otra vez te causaba asco y te hacía estremecer mucho.
    Todo iba bien hasta que apareció una escena poco apropiada para tus ojos. Reíste y Santiago te siguió.

    (Tú)— Santiago, me has mentido: esto trae porno —dijiste.
    Santiago— No lo sabía, te lo juro.
    (Tú)— Que asco. Y esos tipos no paran.

    Siguieron riendo hasta que la escena paró, pues la chica que estaba haciendo aquello terminó matando al tipo. Para la otra yo escojo las películas, dijiste como nota mental.

* * *

Duraron solamente hasta las 4.26 am y luego despertaron hasta las 11.00 am. Se la habían pasado muy bien con todas las películas —y esa escena porno sorpresa—, molestaste a Santiago con la película ‘La casa del demonio’ a cada rato, en fin. A la una de la tarde decidieron ir a dar una vuelta en bicicleta, pero tu amigo tenía una en su casa y tuvieron que ir hasta allá. Se dirigieron en tu bicicleta así que no llevó mucho tiempo.
    Traías tu pequeña mochila en la espalda con todo lo necesario y ya ibas preparada con casco, rodilleras y coderas. Santiago apenas y llevaba un casco como protección. Partieron de la casa de Santiago y en uno que otro momento hicieron carreras; el tiempo se les fue volando en eso: no tenías ni idea de la distancia que habían recorrido. Iniciaron cerca de los barrios más alejados de tu casa, pasaron por varias cuadras por donde vivía Santiago, luego entraron a la ciudad y terminaron dando vueltas cerca del Empire State.
No te encontraste de nuevo al mimo que te dio aquella nota extraña, pero sí te encontraste a una chica vestida al estilo edad media, tal como una estatua. Te interesó, te detuviste frente a ella y le dejaste un dólar, lo que hizo que ella se moviera y sacara de uno de sus bolsillos un papel, después de sonrió, te saludó y regresó a su posición. Desenvolviste el papel y lo viste junto con Santiago:

Amor de mi vida ¿no lo puedes ver? Tráelo de vuelta, no me lo quites porque no sabes lo que significa para mí”.

    Frunciste el ceño. ¿Qué? ¿Esto era otra coincidencia? Tal vez la chica te entregaba al azar un papel junto con un fragmento de una canción. Miraste a Santiago confundida al máximo y pensaste en decirle algo a la chica, pero era evidente que no te contestaría. ¿Qué clase de brujería es ésta?, pensaste.

    Santiago— Tal vez fue al azar —dijo tranquilo.
    (Tú)— Yo conozco esta canción: a mí no me vengan con… Bueno, ya. No significa nada —me encojo de hombros—. ¿Qué hora es? Me estoy muriendo de hambre.
    Santiago— Mmm —mira su reloj—: son las 3.15 pm. ¿Vamos a comer? —te mira.
    (Tú)— Uy, sí.
    Santiago— Andando.

        Se pusieron en marcha a un restaurante de comida china. Llegaron, estacionaron sus bicicletas en donde pudieron y entraron; era uno de esos restaurantes en donde podías tomar lo que quisieras cuantas veces quisieras —un buffet—: Santiago amaba esos lugares. Era de esos chicos que comía hasta hartarse.
    Se sentaron en una buena mesa, descansaron un poco y luego fueron a tomar su comida.

    (Tú)— La mitad tú y la mitad yo, ¿vale?
    Santiago— Vale —asintió.

* * *

Se estuvieron un buen rato en el restaurante, luego se fueron. Te la pasaste increíblemente bien con Santiago: jamás te habías sentido tan bien. Después de que salieron de ahí dieron unas cuantas vueltas y te topaste con la misma pantalla gigante que hacía publicidad, en donde justamente salía un anuncio de los hoteles BRIGDE©. Lo miraste fijamente y Santiago te acompañó.

    Santiago— (Tú): yo sé que por momentos piensas en el idiota de Bill Kaulitz pero… te seré sincero: ya te ha ocasionado suficientes problemas. Mejor mándalo a volar de manera definitiva. No vale la pena —dijo y sobó mi brazo izquierdo.
    (Tú)— Sí, pero…

    Tal vez ya lo mandé a volar de manera definitiva desde antes, pensaste. Suspiraste y te pusiste en marcha hacia tu casa, donde Santiago y tú jugarían algo de Jenga y al final él se iría. De alguna manera u otra te pusiste a recordar la bochornosa, rara y poco linda plática entre Bill y tú: ambos salieron casi llorando después de eso en la cafetería. ¿Qué habría sido de él? ¿Seguiría así de enfermo? Eran muchas las preguntas que te rodeaban la mente y no podías alejarlas de ti. Por un momento sentiste la necesidad de ir a verlo, pero tú claramente lo dijiste: alejarse  y seguir cada quién su camino. Lo justo, ¿no?
    Reías y platicabas entre momentos con Santiago durante el camino, pero debías poner en dirección en tu camino ya que por poco y chocas con un poste de luz. Creíste escuchar tu celular sonar y no le tomaste mucha importancia: seguramente era Tom. Luego le hablarías con más calma.

    (Tú)— ¡Bitch! ¡Te voy a ganar! —le grité.
    Santiago— ¡En tus sueños!

    Soltaron grandes carcajadas y aumentaron la velocidad en sus pedaleos. Ya les faltaba poco para llegar a tu casa. Sentías la adrenalina; no sabías si Santiago te ganaría o no, tampoco si tú ganarías. Lo que sí sentías era que estabas completamente sudada y que necesitabas un baño con urgencia.
    20 minutos después viste tu casa, te alzaste de tu asiento y pedaleaste lo más rápido que pudiste. Reíste con ganas y al llegar a tu casa frenaste en seco, giraste un poco y casi te caíste.

    (Tú)— ¡Uf! ¡Por Dios! —dije.
    Santiago— Ten cuidado, sonsa: casi te caes —me miró.
    (Tú)— Ay, que niña —sonrío.

    Bajas totalmente de tu bicicleta y Santiago también. Tú teléfono sonó nuevamente, lo sacaste y no viste el número puesto que ya sabías que era Tom el que estaba insistiendo mucho. Santiago dijo una estupidez y te reíste.

    (Tú)— Sí, ella habla —dije, calmando mi risa—… Espere, ¿qué? Sí, lo conozco… —abro mis ojos como platos— ¿Cómo dice? —miro a Santiago.

    Santiago te miró confundido.

    (Tú)— ¿Cuándo pasó eso? —dije comenzando a asustarme— Yo… no estaba enterada: dígame la dirección… Ajá, sí: conozco el lugar… Ok, sí… Llegaré ahí de inmediato.

    Colgaste y rápido sacaste tus llaves, metiste tu bicicleta y como rayo fuiste a tu cuarto; Santiago no entendía nada de lo que pasaba. Tiraste casi todas las blusas de tu cajón por buscar una cómoda, lo mismo hiciste con tus pantalones. Estabas desesperada y temerosa.

    Santiago— ¡Mujer! ¡Me asustas! ¿Qué pasa? —me dijo, tomándome de los hombros.
    (Tú)— ¡Carajo! Bill… Bill está en el hospital —dije con un leve temblor en mi voz.
    Santiago— ¿Qué? —dijo sorprendido.
    (Tú)— ¡Sí! Está en el puto hospital. Tengo que irme ya.
    Santiago— Ok, iré contigo.

    No evitaste que tus ojos se llenaran de lágrimas. ¿Por qué tenías ganas de llorar? Oh, tal vez Bill Kaulitz ahora estaba muriéndose y tú te divertías a lo grande y ni enterada. Tenías miedo de que algo le pasara. ¿Qué? ¿De que se muriera?
    Rápido te fuiste a dar un baño mientras Santiago llamaba a un taxi para dirigirse rápidamente al hospital que un paramédico te había dicho.
    Mierda, no: ahora no Bill Kaulitz, pensaste repetidas veces en tu cabeza.










Bueno, mmm, me tardé tres días en subir, ¿creo? En fin, sé que el capítulo estuvo algo aburrido al principio, pero no debía poner lo mero bueno al iniciar el capítulo. Como sea, mmm, apenas hoy inicié mis clases (maldito colegio :@)… este semestre no será nada fácil,: se avecina más materias que robarán más de mi tiempo, así que estaré algo ocupadilla, pero trataré de escribir capítulos con anterioridad y así no tardar para que no queden con la duda xD. Gracias por leer y comentar. Se les estima, chicas ;D.

2 comentarios:

  1. Oh, por dios
    Qué va pasar con Bill
    No, no, no!
    Estoy impaciente, pero te entiendo yo ya inicie mis clases igual :/
    Cuídate mucho bye.

    ResponderEliminar
  2. Hola yo lei el cap primero pero no comente xq lo vi een la madrugada www me encanto que va a pasar con bill aaa me dejas con mucha intriga sube prontto a comprendo yo tambien ya entre ala preparatoria bueno oye perdon x no comentar en el cap anterior esk esttube bien ocupada en eso de la escuela a yo dio k es un reclusorio jajaja bueno chao te cuidas :D

    ResponderEliminar

Gracias por comentar(: